Cuando buscamos empleo según la duración podemos pasar por diferentes fases emocionales, estas se encuentran atadas tanto a nuestra experiencia con los procesos de selección laboral, como el nivel de empleo el cual estamos buscando y el nivel de empleo con el cual nos conformaríamos.

Para nadie es un secreto que mientras más pasa el tiempo durante nuestro desempleo menos es nuestro optimismo y alegría en las selecciones laborales, lo cual  es contraproducente en nuestra elegibilidad. Descubre aquí cuales son esas fases y evita totalmente llegar a las 2 últimas.

Optimismo

Llegamos con la energía puesta y la mirada fija en conseguir ese empleo que siempre hemos deseado, es hora de levantar nuestra carrera y hacerle al mundo saber que lo domaremos.

Realista

Acabamos de darnos cuenta que la realidad es muy diferente de como la pintan, puede que las ofertas laborales que nos interesan escaseen o que nuestro empleo soñado puede que no se ofrezca así como así. Es entonces momento de ponernos a reconsiderar nuestras posibilidades y ajustarnos a las exigencias del mercado laboral.

Nuevo aire

Ya no somos unos idealistas, tenemos las ideas centradas y la actitud puesta para llevarnos el trabajo. Sabemos que no conseguiremos nuestro empleo soñado pues no queremos esperar más para empezar a trabajar, así que apenas se presente una oportunidad con oferta razonable dentro de nuestra área la aceptaremos.

Aquí nos sentimos renovados del golpe que nos dio la realidad y hemos superado todos los obstáculos, sobreponiéndonos a la situación.

Desesperación

Ya llevamos mucho tiempo sin trabajo y estamos casi que dispuestos a aceptar lo que sea, nos vemos mal y las cuentas acechan, pero no debemos caer en la desesperación, pues el trabajo soñado puede que nos espere tras una mala oferta de empleo.

Depresión

No dejes que ninguno de tus amigos, familiares o incluso tu mismo lleguen hasta este punto, pues cuando nuestra actitud se va al piso entramos en un círculo vicioso del cual es muy difícil salir.

Cuando nos encontramos en este estado nuestras entrevistas laborales se van en picada pues no tenemos el humor como para generar una buena impresión, es entonces que el rechazo recibido ahonda aun más nuestra depresión.

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