Es normal que una vez has obtenido un empleo, empieces a preocuparte por dos razones: 1) querer hacerlo bien y 2) mantenerlo. Pero no debes preocuparte, aunque en tu ambiente laboral aparezcan factores que puedan afectar tu rendimiento, debes darte la oportunidad de retarte a ti mismo para saber de lo que eres capaz.
«Un contratiempo es siempre una oportunidad vestida con ropa de trabajo»
- La competencia en el ambiente laboral es el día a día. Por lo tanto, esfuérzate por superar las expectativas. Seguramente si te limitas a hacer lo esencial, llegará otra persona que lo hará mejor y ocupará tu lugar.
- Crea un sentido de pertenencia. Una vez estas en un empleo, apropiate de la cultura de la empresa y su funcionamiento.
- Procura estar un paso siempre adelante no solo para facilitar el trabajo con tus superiores, también para evitar inconvenientes con cualquier persona.
- Es importante ser proactivo. Si has terminado tus tareas del día y puedes hacer algo más, hazlo. No esperes a que alguien más te lo diga.
- El trabajo es como una “escuela” en la que nunca paras de formarte. Así que aprovecha los espacios formativos que te brinda.
- Las relaciones en el trabajo, en algunos casos, pueden ser perjudiciales. Por tal razón, rodéate de gente positiva, no te dejes contaminar por actitudes negativas.
- Una de las cualidades que más se valora en las compañías es el trabajo en equipo. Así que integrarte y compartir tus ideas de manera colectiva te ayudará.
- Por miedo a perder el empleo, no te cohíbas a decir no. No se trata de negarse a trabajar, pero si existe algo que no sepas es mejor decir la verdad que decir si únicamente por quedar bien.
- Da lo mejor de ti y esfuérzate por que tu trabajo sea de calidad.
Si trabajas bien desde el principio no va garantizar que el puesto sea siempre tuyo, pero si dejará mucho que decir sobre tu desempeño. Si fue difícil conseguir el empleo, aún más difícil será mantenerlo. Por eso debes seguir trabajando duro para alcanzar tus propósitos.