Primero, es importante que sepas en qué consiste el síndrome de Estocolmo y cómo podría relacionarse con el que crees tu trabajo ideal. Según los diccionarios médicos el síndrome de Estocolmo consiste en un apego generado de los rehenes o secuestrados hacia sus captores, llevándoles a adoptar posiciones benevolentes e incluso comprender las causas de su mala conducta y desear seguir en una situación de secuestro que no se deseaba en un principio.
Pensarás que nada tiene esto que ver con el trabajo, pues al final todos elegimos en qué queremos trabajar y dónde lo haremos. Si bien el trabajo no es un secuestro, muchas veces tendemos a permanecer ocupando un puesto que no nos satisface, simplemente con el fin de llegar a los últimos días de cada mes, recibir la paga y librarnos de las obligaciones financieras de las que nos hemos cargado. No suena bien ¿Verdad?, es aquí donde debemos volver a recalcar: no estás secuestrado, eres libre, pero el único que puede tomar esa libertad eres tu mismo.
Hay muchas razones por las que se puede crear el síndrome entre un empleado y su empleador o la empresa para la cual trabaja y que le impiden renunciar y buscar algo mejor; gratitud a su jefe, costumbre, miedo de no conseguir nada mejor, miedo a la adaptación a un nuevo lugar, falta de iniciativa para buscar diferentes oportunidades, pueden ser algunas. Sea cual sea la razón es hora de evaluar si efectivamente el trabajo que ejerces día a día llena tus expectativas, si no en todos, al menos en la mayoría de los sentidos: laboral, profesional, monetario, personal, etc.
Si te sientes identificado y quieres cambiar esta situación, el primer paso es reconocer las falencias de tu puesto actual y pensar si puede generarse un cambio respecto a ellas, si la respuesta es no, lo mejor será que comiences la búsqueda de un nuevo trabajo; para conseguirlo, puedes registrar tu hoja de vida en nuestro portal: